
La inevitable consecuencia que sufren aquellos que toman de más en esas noches fiesteras como si fueran las últimas de sus vidas, se pronuncia R-E-S-A-C-A y se traduce en diversos tipos de malestares fisiológicos, reflejo de algo más grave y complejo, como lo son las deficiencias hepáticas y las arritmias cardiacas.
Es casi imposible estar en una reunión o fiesta y no tener la mano ocupada con un vaso a medio llenar (o casi vacío) de alguna sustancia alcohólica, como acompañante perfecto de charlas, risas, además del combustible inhibidor que este representa, para aligerar a esos que lidian con dos grandes pies izquierdos.
El problema se presenta cuando los límites terminan por el suelo (literalmente hablando). Cuando se pierde el control por la bebida, llegando así a atentar contra la propia salud. Borracheras, tropezones, mareos, hablar de más, "hacer de más", perder la conciencia, y hasta llegar a un peligroso "coma alcohólico".
La presión de grupo con el "uno más compadre, para el brindis". La música, el baile, el desfogue, la diversión (y las penas también). Todo se junta en esa "noche de locura", sobre todo, en las fiestas de Año Nuevo, cuando el desbande tiene nombre y el brindis, un mejor sabor.
Pero es, al día siguiente, cuando empiezan los arrepentimientos, el insoportable dolor de cabeza, la acidez estomacal, la deshidratación, el malestar general, el mal humor, y en algunos casos, la depresión. Luego los conocidos juramentos de "nunca más", que al final de cuenta, quedan más que en el olvido.
Todos estos síntomas son reflejo de algo más serio, lo que puede conllevar a una degeneración del hígado, males cardiacos, entre otras patologías.
Después del gusto, viene el disgusto. Quien lo quiera experimentar, pues que lo haga. La advertencia está hecha. Pero no hay que negar que mejor es prevenir que lamentar.
La presión del grupo
Según una investigación de la Universidad de Alicante (España), los jóvenes que tienen amigos bebedores, tienen 13 veces más posibilidades de animarse a consumir alcohol que aquellos que tienen amigos abstemios. Lo más preocupante, como señala el informe, es que el los jóvenes que empiezan a beber a temprana edad, son más propensos a iniciarse en otras adicciones.
Comunicación antes que prohibición
Como señala -para un diario local- la psicóloga Maripaz Martínez del Solar es fundamental una buena orientación y apoyo emocional a los jóvenes por parte de los padres. Asimismo, es fundamental enseñarles el significado de “pasarla bien” y las consecuencias negativas que trae un comportamiento inadecuado
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